Las palabras nos definen. Son nuestra forma de relacionarnos con el mundo, de explicar quiénes somos, de construir recuerdos. Pero ¿qué pasa cuando esas palabras comienzan a desvanecerse?
Michka siempre había vivido rodeada de palabras. Durante años fue editora, cuidadora de textos, alguien que comprendía el peso de cada verbo y cada adjetivo. Pero ahora, en la última etapa de su vida, el lenguaje comienza a fallarle. Las palabras desaparecen antes de que pueda atraparlas. La enfermedad avanza, y lo que antes era un refugio, ahora es un laberinto de confusión.
Junto a ella están Marie y Jérôme, dos personas que, sin ser familia, se convierten en su apoyo más cercano. Marie, con la ternura de quien sabe que el tiempo se agota. Jérôme, con la profesionalidad de un logopeda que ha visto muchos casos como el suyo, pero que no puede evitar implicarse más de la cuenta.
Delphine de Vigan tiene una habilidad única para escribir sobre la fragilidad humana sin caer en sentimentalismos baratos. Su historia es sencilla y breve, pero deja una huella profunda. No es un libro triste, aunque habla de la pérdida. Es un libro sobre la gratitud, sobre la necesidad de decir ‘gracias’ antes de que sea demasiado tarde.
A través de una prosa delicada y profundamente humana, De Vigan nos recuerda la importancia de la comunicación. Michka no solo pierde palabras, también pierde autonomía, recuerdos, la capacidad de expresar sus pensamientos con claridad. Y mientras ella lucha con su deterioro, quienes la rodean se enfrentan a su propia incapacidad para verbalizar lo que sienten.
El libro plantea una reflexión sobre la vulnerabilidad y la dignidad. ¿Cómo afrontamos la pérdida de lo que consideramos esencial en nuestra identidad? ¿Cómo acompañamos a quienes están atravesando ese proceso? Con una sensibilidad exquisita, la autora nos muestra que la gratitud no solo se expresa con palabras, sino también con gestos, con la presencia, con el simple hecho de estar ahí cuando alguien nos necesita.
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